Que suenen los tambores
gritándole a los suyos,
flautas y violines
besando con orgullo.
Trompetas y guitarras
danzando en su cantar,
que lleguen los pianos
y dejen su compás.
Acordeones
¡que nervio ponen!
ante su tan dulce melodiar.
En tan solo segundos
la orquesta va a comenzar.
Que si una jota,
una muñeira,
una sardana,
¿tal vez será?
o con el paso de ese flamenco,
que baila siempre
con su letrar.
Ese tango que hace añil
el baile con mayor raizal,
que con sus pasos produce
un romance que delirar.
Si el trombón
con su sonido
avisa que está por entrar,
no dejemos
el violonchelo
que adorna siempre
ese actuar.
El clarinete,
con voz muy fina
es el corista
con gran aceptación,
y las maracas
que inundan vida
en todo el acto
sin excepción.
Escuchar todo el augurio
que protagoniza
este sonar,
son melodías
que brindan
a todos los oídos
con la amistad.
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24 oct 2011
Marea eterna
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